martes, 6 de julio de 2010

Las penas del Rey Lagarto

En este instante lluvioso,
en mi sombra purpura,
en mi amanecer jocoso,
con los pies secos
y los hombros jugosos
ha llegado a mi
el intervalo favorito
con sus glorias elípticas
su olor a lluvia,
y su risa magnética

Cogió mi corona de cigarros
y la colgó del árbol caído,
toda mi hermosa mediocridad
disuelta en mis pies desvalidos,
hablas tan tibio que me ciegas el tacto.

Corres tan rápido,
vuelas tan psicodélica
e ignoras tan hermoso.
Rey Lagarto nunca probó fruto tan caprichoso,
el señor de las ratas solo enamora
felínicas insuláricas,
faisánicas delgádicas
y enánicas anárquicas.

Porque no eres ninguna y eres todas,
tu nombre se escribe dorado con rojo,
Rey Lagarto escribe "no odio"
con aguas arraigadas en las piedras mojadas.

Que día tan húmedo,
que aire tan pesado,
los ojo verdes del subterráneo
son la opción para el placer instantáneo.

La lluvia disuelve las silabas inertes
si continuo escribiendo poesía
voy a terminar como indigente.

-Guillermo Lastra O.-

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