El eco de su puño en alto hace sombra en el humo de mi incredulidad, sus negros cabellos que caen en su roja culpa. Su pequeña humanidad hundía su mecanosensor en el corazón mío, imposible mentirle imposible decirle una verdad.
La melancolía de aquel ser fallecido, la hace marchar junto a mi tambaleo combatiente. La poesía en su sostén, de respeto y sangrías ¡ni idea!
La cosa rara sobre su cima, la jata con olor a todo. Así su recuerdo muere, la maldita puta ha sido muerta. El maldito escritor la ha muerto. El médico con los guantes rojos profanó su cadáver, y el obeso la revivió con la ayuda de su insalubre bebida espiral, la maldita puta se muere sin mi permiso pero en contra de mi voluntad. Malditos ácidos estomacales comiendo mi nervio óptico. Los que te van a extrañar ¡te saludan!
La melancolía de aquel ser fallecido, la hace marchar junto a mi tambaleo combatiente. La poesía en su sostén, de respeto y sangrías ¡ni idea!

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